Día Internacional de las Personas Migrantes
18 de diciembre
Celebramos a las almas viajeras y en movimiento, esas vidas que desafían fronteras y renacen en territorios nuevos. Visibilizamos la lucha por la dignidad, el respeto y la resiliencia de aquellos que caminan kilómetros entre desiertos y océanos, carreteras polvorientas y fronteras hostiles.
El mundo se detiene para reconocer algo tan antiguo como la humanidad misma: el acto de migrar. Migrar es un derecho humano fundamental, una necesidad que ha acompañado nuestra historia desde sus comienzos. El Día Internacional de las Personas Migrantes no es solo un recordatorio, es un homenaje a quienes, al caminar, construyen un puente. Quienes dejan atrás toda una vida y también trozos de sí mismos en busca de sueños renovados. Migrar es, para muchos, una acción cargada de contradicciones: abandonar para salvarse, resistir para avanzar, renunciar para reconstruir. Es un acto profundo de amor, de fe en el mañana y de esperanza, aunque muchas veces se camine con los pies cansados y el corazón roto.
En cada rostro migrante hay una historia: de valentía, desarraigo, ilusión y duelo. Los caminos que recorren no siempre son rectos ni mucho menos fáciles. Son mapas trazados con un sinfín de emociones y sentires: miedo, incertidumbre, pero también esperanza y añoranza. Porque migrar es más que desplazarse; es mantener vivo un fuego, un ideal, una promesa. Es confiar en que, al otro lado del horizonte, las vidas pueden ser dignas, los sueños reales y la humanidad, común.
Pero este día también nos invita a reflexionar sobre las barreras visibles e invisibles que siguen dividiendo al mundo: fronteras físicas, muros emocionales, prejuicios heredados. Nos recuerda que la migración no ocurre en un vacío; responde a un sistema que a menudo margina y excluye, dejando a millones de personas con el éxodo como única salida.
¿Qué significa, entonces, migrar? Es un acto de resistencia, una reescritura de identidad en un contexto adverso. Es transitar por un puente que conecta un pasado querido, un presente incierto y un futuro que se lucha a diario por construir. Migrar es también un recordatorio para el resto del mundo de que la humanidad es profundamente móvil; de que, en la esencia de todos, reside un deseo de explorar, reinventarse, encontrar hogar en lugares que parecían imposibles.
Hoy no sólo celebramos. También cuestionamos. Reconocemos las luchas y pérdidas de las personas migrantes, pero también celebramos su aporte invaluable, esa capacidad para rehacerse y traer consigo la riqueza de quienes han visto más allá de sus propias raíces. Porque ellas, en su andar constante, no solo cruzan fronteras físicas, sino que nos invitan a cruzar las fronteras del alma.
Que el Día Internacional de las Personas Migrantes no sea solo un momento en el calendario, sino una inspiración continua. Que no queden solo palabras, sino actos concretos de solidaridad, respeto y reconocimiento. Porque en cada paso migrante, el mundo se transforma, y en cada historia que nos comparten, reconocemos que también son humanos.
Surya Joseph